Habiendo leído a Jakobson, bien conocida debe resultarnos ya
la relatividad del concepto de realismo[1].Es
inevitable asociar esta idea con la de Flannery O´Connor de que, a veces, una
visión distorsionada puede ser más fiel que el detalle exacto a la hora de dar
cuenta de la realidad.
En una primera lectura de algunos de los cuentos de esta
autora, noté que todos sus personajes son freaks,
seres marginales, desagradables y de dudosa moral. Pienso principalmente en el
Desequilibrado de “Un hombre bueno es difícil de encontrar”, en Star de “Las
dulzuras del hogar”, en el señor Shiftlet y Lucynell Crater en “La vida que
salves puede ser la tuya”, entre otros. Es evidente que estos personajes, con
sus “rarezas”, manifiestan actitudes condenables, las cuales no dejan de ser
habituales, en el sentido de que son propias de cualquier ser humano de este
mundo. Es decir que, en su “deformidad”, tanto los personajes como los hechos
nos enfrentan a la realidad de manera más directa que cualquier otro relato
detallista y cuidadoso. Respecto de esta característica, algunos hablan de un realismo crudo para hacer referencia al
efecto demoledor que estos textos producen. Entiendo que esta “distorsión de la
realidad”, con toda la verosimilitud que implica, puede ser la causante de
algunos de los efectos tales como el horror o su contrario: la risa. Pienso
que, quizás, el elemento grotesco sea el que genera esa sensación de hilaridad
ya que, bien sabemos que
la combinación de lo trágico con lo irónico es la característica principal del
grotesco (recurso frecuente en los textos de esta escritora estadounidense).
Releyendo la teoría de Rest, y en respuesta a aquellos que
encasillan a esta autora dentro del llamado gótico sureño, opino que, tal como
sucede en la obra de O´Connor, el texto realista no necesita demorarse en la minucia
descriptiva sino propiciar una actitud crítica, aunque para lograr este
propósito deba apelarse a la exageración o la caricatura de los sucesos[2].
Creo que en esto consiste el particular (y posiblemente cuestionado por
muchos) realismo de estos cuentos. Lo grotesco que en ellos aparece no es más
que otro de los tantos recursos lícitos para esbozar la realidad en la
literatura (tan lícitos como el detalle significativo o inútil- según términos
de Barthes).
Se me ocurre que el gran tema de estos cuentos puede ser “la
supuesta otredad”. Esa otredad que los personajes no quieren reconocer como
parte integrante de su vida: lo malo y lo raro no son ajenos y están más cerca
de sí mismos de lo que ellos quieren creer. La dificultad para comprender lo
otro o a los otros devendría en miedo y hasta en odio hacia algún tercero. El
temor y el desconocimiento (o, diría yo, el temor a lo desconocido) hacen que
los personajes sientan peligrar su supuesta estabilidad. En “las dulzuras
del hogar”, Thomas siente peligrar su rectitud con la llegada de Star, quien le
evoca sentimientos que él prefiere reprimir: todo su ser se vuelve ajeno a sí
mismo. Entonces, según la lógica de estos personajes, aquello que no se
entiende o que es distinto debe ser eliminado. Así quedarían justificados el
asesinato del señor Guizac por parte del señor Shortley y el intento de
asesinato de Star por parte de Thomas. Los dos condenan las actitudes ajenas en
tanto supuestos buenos cristianos pero, a su vez, ambos terminan ocasionando
muertes.
A partir de lo expuesto, se
podría establecer un paralelismo: por un lado, lo que los personajes de estos
relatos perciben como “lo otro” termina siendo parte de sus vidas y de su
accionar. Asimismo, lo que los lectores captamos como “desmesurado”,
“desagradable” y “distorsionado” en el estilo y temas de Flannery O´Connor es,
a su manera, también, reflejo de nuestra realidad.
Otro de los grandes temas es la religión cristiana, ya que son
permanentes las referencias a ella. En “La Persona Desplazada” la figura del
cura está presente a lo largo del relato y es tenida por la culpable de la
llegada de la familia polaca. No es un dato menor que la última palabra del
cuento sea: “Iglesia”. Sobre el señor Shortley dice su esposa: “- No hay hombre
(…) que trabaje tanto como Chancey, o que se le den tan bien las vacas, o que
sea más cristiano.” Sin embargo, tanta mención del cristianismo parece terminar
en hábitos contrarios a lo que la doctrina cristiana propone: el señor Shortley
es el que causa intencionalmente la muerte del polaco; la supuesta rectitud de
Thomas en “Las dulzuras del hogar” termina con el asesinato de su propia madre;
las expresiones de Shiftlet sobre su madre y sus rezos al final de “La vida que
salves puede ser la tuya” no se condicen con el abandono de las mujeres; el tío
de Francis Tarwater en “Más pobre que un muerto, imposible” cría a su sobrino
para poder tener cristiana sepultura y éste, contrariamente, no lo entierra,
genera un incendio y se marcha.
Es evidente que hay un mensaje
evangélico que aparece contrariado y que la figura del cura de “La persona
desplazada” es permanentemente puesta en cuestión. En este cuento, la caridad
que implicaba aceptar a la familia polaca en la finca no solo fracasa por todos
aquellos actos de discriminación y xenofobia de parte de los supuestos “buenos
cristianos”, sino porque termina con la muerte- asesinato del señor Guizac
(modelo de empleado). En “Las dulzuras del hogar”, la caridad que implicaba el
recibimiento de Star en el intento de reinserción de la joven por parte de la
madre-salvadora fracasa no sólo por el rechazo y trato despectivo que recibe de
parte de Thomas, sino porque deriva en una situación violenta en la cual,
intentando asesinarla, el personaje comete matricidio. En síntesis, es
significativo que aquellos que intentaron manejarse bien, ser “correctos”,
terminaron muertos o cometiendo actos peores que los que juzgaban en los demás.
Creo que ahí radica la gran crítica de la escritora a la sociedad.
Dany Valenzuela
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