La memoria dentro de la literatura es un tema bastante frecuente. Tanto recordar, como olvidar son procesos sumamente necesarios para poder desenvolvernos como seres humanos pensantes capaces de obtener y transmitir conocimiento. Habrán leído o escuchado a Facundo Manes[1] hablar acerca de que estos son procesos activos y necesarios que permiten deshacernos de información innecesaria o que afecta a nuestra supervivencia (como ser, un evento traumático).
Jorge
Luis Borges:
Sin embargo, cuando pensamos en estos
procesos cognitivos, solemos detenernos en lo terrible que es para nosotres
olvidar. En el famoso cuento “Funes el memorioso”, Borges presenta una idea
opuesta y nos cuenta de una persona que recuerda todo con tanta minuciosidad
que termina confinada a una casucha pequeña y oscura en el medio de la nada. Su
incapacidad de abstracción, de síntesis y de olvido lo paralizan. Para recordar
lo que pasó en un día debe tomarse un día ¿es posible recordar un día en el que
se recordó un día si en ese momento realmente estaba percibiendo lo que ocurría
a su alrededor? ¿no necesitaría duplicarse o tener una nueva vida para
realmente hacerlo? ¿es posible la memoria sin el olvido?
Una de las cuestiones más interesantes a
destacar es que la variabilidad más insignificante transforma por completo la
percepción de Funes. Ver al ´mismo perro de frente o de costado, de día o de
noche, hace que deje de ser el mismo perro para él. Ante los ojos de Funes, son
dos seres completamente diferentes. Pareciera que la hipótesis que subyace
detrás de eso es que la particularización extrema es el árbol que no nos
permite ver el bosque y es que, incluso, no nos permite percibirnos.
Funes se jacta de su memoria, pero también la
describe como “vacíadero de basuras.”. Y es que “Su propia cara en el espejo, sus propias
manos, lo sorprendían cada vez.”; e, incluso, sueño y vigilia son lo mismo
porque ambos son recordados con la misma nitidez. Quizás podamos afirmar
entonces que, en el fondo, la memoria puede ser una especie de atadura o
prisión casi tan férrea como el olvido. ¿Cuántas veces un recuerdo nos impide
cambiar, nos impide avanzar, nos impide entender?
Silvina Ocampo:
En contra partida al cuento de Borges, Silvina
Ocampo escribe “Autobiografía de Irene”. El nombre de la protagonista, Irene,
alude claramente a Ireneo Funes. Sin embargo, plantea otro problema. ¿Sería
posible recordar si viéramos el futuro?
En nuestra forma de percibir las cosas y
ateniéndonos a la física más básica, el recuerdo está ligado al pasado, a la
rememoración de aquello que aconteció. Sin embargo, Irene, cual Casandra del
siglo XX, tiene el don de la predicción y, por lo tanto, es incapaz de
recordar. Un ejemplo claro, es cuando ve la próxima muerte de su padre a quien
llora y teje una mortaja mientras todo el mundo disfruta con él. Al llegar el
día preconizado, Irene no llora, no comparte las experiencias vividas con éste
y es acusada de desamor. Si en el cuento de “Funes el memorioso” se nos habla
de que un exceso de memoria nos impide cierto grado de conciencia y nos
paraliza. La falta de ella nos aísla de otras maneras. Compartir ciertas
experiencias comunes nos permiten empatizar con los otros y las otras, y esto
le queda vedado a Irene.
La estructura cíclica de la obra también hace
énfasis en la despersonalización o la pérdida de subjetividad del sujeto. La
protagonista vive un eterno déjà vu. Revive en carne propia lo que vio en sus
visiones y nos permite preguntarnos si en sus presagios no se ve a sí misma
viendo los presagios y así sucesivamente ad
infinitum.
Adolfo Bioy Casares:
Finalmente, “En memoria de
Paulina” es un cuento de Bioy Casares en donde el recuerdo es el eje, y quizás cierra un poco
el trabajo de estes tres escritores que supieron influenciarse y escribir
juntes.
El cuento de Bioy narra la historia de desencuentro amoroso entre
Daneri, Paulina y Montero. Posicionados desde el punto de vista de Daneri,
presenciamos cómo éste rememora y evoca a Paulina tras su muerte. Tanto el amor
como la muerte tiñen los recuerdos en la idealización. El protagonista describe
a su amada de la siguiente manera "Veía (y aún hoy veo) la identificación
con Paulina como la mejor posibilidad de mi ser, como el refugio donde me
libraría de mis defectos naturales, de la torpeza, de la negligencia, de la
vanidad." Es decir que el recuerdo de Paulina no es más que una proyección
del deseo de Daneri.
No obstante, Montero también proyecta en ella los
suyos propios y comienzan los celos que desencadenan el trágico final. Para ese
entonces, Paulina y nuestro narrador ya estaban alejados hacía tiempo. ¿Había
cambiado Paulina durante ese tiempo? Al menos eso percibe el narrador, pero él
también ha cambiado y aún así la imagen que tiene de ella persiste. Sin
embargo, afirma que "la fantasía y la memoria son facultades caprichosas"
El último encuentro entre Daneri y Paulina es
bastante peculiar y como buen relato fantástico no nos queda claro si esta Paulina es recuerdo,
fantasía o fantasmagoría. En cualquier caso, sí podemos pensar otro aspecto de
la memoria. En este caso, que pareciera presentarse como un constructo
subjetivo que muchas veces nos aleja de la realidad, de lo que realmente
ocurrió.
Entonces... ¿qué es lo que
recordamos? ¿cómo lo recordamos? ¿qué decidimos olvidar? ¿qué cosas se
desvanecen poco a poco de nuestra mente? ¿tenemos control sobre eso? quizás
algún día las ciencias o las artes nos den una respuesta.
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