“La caída de la casa Usher”
El texto se abre con un narrador protagonista en primera persona que siembra, como primer sentimiento en el lector, la vacilación. Él mismo no puede explicarse por qué la contemplación de la casa Usher le produce un gran abatimiento y angustia (No sé cómo fue, pero cuando vi la casa una sensación de insufrible tristeza invadió mi espíritu[1]). Como ya anticipamos en la primera parte de este análisis, según David Roas, el sentimiento que se desprende de todo relato fantástico es, precisamente, la angustia, en tanto sentimiento global de inseguridad. Frente a este sentimiento, aparece una explicación que permite virar el cuento hacia el ámbito de lo extraño, donde lo sobrenatural es explicado. Si bien el narrador mismo plantea que su conclusión es poco satisfactoria, afirma que hay combinaciones de sencillos objetos naturales que tienen el poder de afectarnos de tal modo…[2] Así, todo se reduce a coincidencias u otro tipo de solución racional. Esta tendencia, la de lo sobrenatural explicado, será la que se mantendrá a lo largo del relato y la que se verá reforzada hacia el final, cuando los hechos resulten ser, aunque inusuales, completamente lógicos según la perspectiva del narrador.
El personaje cuyo apellido da título al cuento, Roderick Usher, es caracterizado como una persona con una enfermedad corporal y una mental, en extremo nerviosa y con los sentidos agudizados es, también, como el protagonista de “Metzengerstein”, un personaje conflictuado por su situación familiar y, específicamente, el temor que le genera la enfermedad de su hermana. Sus especiales características afectan asimismo a Lady Madelina, quien, además, sufre ataques catalépticos. A raíz de esta problemática, Roderick le pide a su amigo que vaya a visitarlo y este, si bien no desea hacerlo, accede por una especie de deber moral. El estado del señor Usher empeora a lo largo del relato y su amigo, personaje narrador, lo describe como si aquél padeciese constantemente un constante terror.[3]
Tanto estos dos hermanos como el ambiente en el
que se desenvuelven (la mansión y sus alrededores) generan en el amigo que va a
visitarlos un sentimiento misterioso de inquietud y tristeza, que no duda en
transmitir al lector para, de este modo, ir creando la atmósfera angustiante
propia del género fantástico. La descripción del clima ayuda también a la
ambientación, ya que, desde la primera línea, el día es presentado como monótono, oscuro y silencioso, en el otoño
del año, cuando las nubes se ciernen agobiadoramente bajas en el cielo…[4] Luego, cuando el
relato va llegando al punto de gran tensión, en la noche se desata una gran
tormenta, que acompaña e intensifica el sentimiento de temor de los personajes,
al punto de que el narrador reconoce que en él predominaban el asombro y un extremado terror[5]. Entonces, vemos
que el clima acompaña el estado de los personajes.
Las descripciones abundan, de modo que el texto
tiene un fuerte carácter indicial, y todas ellas apuntan a generar el efecto
preconcebido por el autor y a intensificar la verosimilitud. Se describe al parque
que rodea a la mansión, a la mansión por fuera, por dentro, a las habitaciones,
al mobiliario, y a los habitantes de la casa con minucioso detenimiento. Esta
estrategia demora notablemente el avance de la historia. No importan tanto los
hechos, sino las sensaciones que se causan al lector.
En su estadía, el narrador comienza a cambiar
su temperamento y va pareciéndose más y más a su amigo Roderick, como
condicionado por el medio. Después de la aparición de lady Madelina, a quien
creían muerta (punto de mayor tensión en el relato), la situación se vuelve
insostenible para el narrador y decide, por ende, abandonar la casa. Una vez
alejado, se vuelve para contemplar la mansión y ve que esta se derrumba. Este
hecho, que en un primer momento parece fantástico, no deja de tener, como el
resto de los sucesos narrados, una explicación lógica. Si bien, en un comienzo
del cuento se dice que la casa no presentaba la menor señal de inestabilidad,
la causa de la caída de la casa Usher fue la grieta en zigzag que bajaba desde
el techo hasta el suelo, la cual es cuidadosamente descripta al comienzo. La grieta se ensanchó rápidamente, se
produjo una violenta racha de luz, todo el disco del satélite estalló de pronto
ante mis ojos, y mi cerebro se nubló cuando vi cómo se partían en dos los
poderosos muros de la mansión[6].
Por otro lado, el otro hecho que genera
vacilación tanto en los personajes como en el lector es aquel que tiene que ver
con la coincidencia de los sonidos con el contenido de la novela que el
personaje narrador le lee a su amigo en la noche de tormenta. Esta situación
genera angustia y la correspondencia en momentos precisos del relato es
realmente algo que roza lo fantástico. La explicación no se demorará demasiado:
¡El quebrarse la madera de la puerta del
ermitaño, el aullido de muerte del dragón, y el estrépito del escudo! Pero di
más bien, ¡el resquebrajarse de su ataúd, y el chirrido de los goznes de hierro
de su prisión, y sus forcejeos en la galería blindada de cobre![7] Los sonidos que la
hermana, supuestamente muerta, generó al salir de su ataúd se correspondían a
los hechos narrados en la novela El loco
triste.
Si bien las explicaciones no sugieren la
presencia de lo fantástico, la vacilación y la angustia se generan hasta el
final del cuento. Las interpretaciones de distinta naturaleza quedan siempre
sugeridas, pese a que se termine optando por la racional.
Una interpretación alegórica muy difundida es
la siguiente: podría pensarse que Poe en su cuento hace
referencia al compromiso de Missouri de 1820 que, a la larga, no hizo más que
acentuar la división entre el Norte y el Sur, que siempre había estado presente
desde la época de
En resumen, “La caída de la casa Usher” pueden
clasificarse, según Barrenechea, en tanto relato fantástico por el hecho de que
hay una convivencia de lo natural con lo sobrenatural presentada como problema.
Sin embargo, siguiendo la teoría de Todorov, este relato se inclina hacia lo
extraño, porque permanentemente el narrador busca darles a los sucesos una
explicación lógica. A su vez, teniendo en cuenta el sentido traslaticio de la
obra, este último texto podría recibir una interpretación alegórica, la cual
según Barrenechea (a diferencia de Todorov) no anula lo fantástico.
La interioridad de personajes conflictuados aparece
permanentemente en este relato. Los hermanos Usher se presentan como débiles de
carácter y con serios problemas nerviosos. Su peculiar conducta y la atmósfera
toda que envuelve la mansión generan una alteración en el protagonista, quien
se nos presenta con un gran abatimiento y
angustia de corazón[8].
La insistencia en la descripción de estos
sentimientos y la repetitiva mención de estos estados por los que atraviesan
los personajes de ambos cuentos causan en el lector, compenetrado en su
lectura, el efecto preconcebido por Poe, ya que se identifica con los
personajes hasta llegar a sentir la angustia y vacilación propias del género
fantástico.
Daniela Valenzuela
Bibliografía:
v Barrenechea, Ana María. Textos Hispanoamericanos. De Sarmiento a Sarduy. Argentina: Monte
Ávila Editores. 1978.
v ----------------------------- “El género
fantástico entre los códigos y los contextos” en El relato fantástico en España e Hispanoamérica. (s/d)
v Lipper, N. “Introducción al psicoanálisis” en El emergente psicosocial. Escritos y materiales de psicología social.
http://www.elemergente-liniers.com.ar/descargas/21_introduccion_al_psicoanalisis_norberto_lipper.pdf
(consultado el 2 de marzo de 2012)
v Poe, Edgar Allan. Historias extraordinarias. Buenos Aires: Club Bruguera, 1968.
v Poe, Edgar Allan (2001) La filosofía de la composición.
Cuadernos de Langre, S.L., San Lorenzo de El Escorial.
v Poe, E. A. (1973) "Hawthorne", Ensayos y críticas,
Madrid, Alianza, pp. 125-141.
v Roas, David. “El género fantástico y el miedo”
en Quimera. Barcelona: 2002. ISSN 0211-3325, Nº
218-219 , págs. 41-45
v Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Buenos Aires: Paidós,
2006.
[1] Poe. Op cit. p. 107.
[2] Poe. Op cit. p. 108.
[3] Poe. Op cit. p. 121.
[4] Poe. Op cit. p. 107.
[5] Poe. Op cit. p. 125.
[6] Poe. Op cit. p. 128.
[7] Poe. Op cit. p. 127.
[8] Poe, E. A. Op. Cit. p. 107.
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