Hemos pasado la primera mitad del año y a mí no me abandona la sensación de que los docentes somos las prostitutas del Ministerio de Educación. Siempre fuimos “manoseados” por un sueldo pobre.
Se opina de educación con miradas totalmente sesgadas y desconocedoras de la realidad educativa. Y, para los gobernantes, nuestra opinión (que al menos es la de quien está al frente de cursos y, por ende, adentro de las escuelas) parece valer menos que una moneda de 25 centavos (¿siguen en circulación?). Nos imponen cambios de modalidad tan abruptos como sin sentido. Hoy, es imperioso trabajar desde la virtualidad y no asomar la nariz a la vereda, de golpe, ¡pum!: a encerrarnos en un aula con veinte pibes y -nada más ni nada menos que en pleno invierno con las ventanas abiertas-. Presencialidad, virtualidad, semipresencialidad y todo eso, de un día para el otro... Sí, deshacé lo que tenías planificado, y rehacé todo… ¡Total!
Como si fuera poco, esta realidad vertiginosa la vivo como docente y como mamá. ¡Qué decir del jardín de infantes!: si en secundaria se complica, imagínense con los chiquitos... Hablan de protocolos estrictos para la “presencialidad segura” cuando las/los maestras/os de jardín no pueden mantener la distancia, no pueden trabajar con careta (es prácticamente imposible para todos) y, encima, en este contexto de virus respiratorios comunes, muchas veces, ni siquiera activan el “protocolo covid” ante casos sospechosos, porque (típico de la época del año), están todos los chiquitos enfermos. Está pésimo que no se cumpla con la reglamentación pero, a la vez, si la cumplieran, en este contexto, no habría clases... Vemos que los políticos nos venden garantías que no pueden darnos.
Frente a todas estas críticas que realicé a modo de catarsis (ni hablar de las que me guardo para mí), muchos pueden preguntarme (yo misma lo hago a menudo), ¿qué me salva de esta realidad apestosa?: la Literatura. Siempre la Literatura.
Todos estos horrores, algunos nuevos y otros que se vieron profundizados por la pandemia, quedan atrás cuando pienso que gracias al encierro y a la necesidad del uso constante de las nuevas tecnologías, decidimos, con Agus, crear este rincón y difundir la cultura por las redes sociales, nuestro blog y nuestro canal de Youtube. ¡Y ya estamos cumpliendo 1 año de este bello proyecto!
Este 2021 ha sido, para mí, uno de los años en los que más leí y más escribí. Pese a lo difícil que me está resultando este año (en lo personal y laboral), realicé cursos y talleres, en los que aprendí un montón. Hago (lo escribo en presente porque este dura todo el año) el mejor curso del universo sobre monstruos con un profe que es un capo total. También, me animé, por primera vez, a participar en convocatorias de Literatura y, para mi sorpresa, tres textos de mi autoría fueron seleccionados para formar parte de revistas y antologías digitales.
Que mis cuentos sean valorados es súper estimulante, pero también lo es el hecho de que lean las reseñas, que las compartan, que nos manden buena onda, que nos recomienden… También es muy gratificante el reconocimiento y afecto que muchas veces recibo en el ámbito laboral (ya sea por parte de colegas, directivos y hasta, a veces, de algunos alumnos) y en las redes, por parte de nuestros amigos virtuales. Creo que eso ya hace que todo cobre sentido y la vida sea, ¡por fin! más feliz.
¡Gracias a todos y todas por acompañarnos en este camino (no siempre color de rosa) de promover la Literatura!
Daniela Valenzuela
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