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Fundamentación pedagógica

 

Hoy me toca hablar de un tema complejo pero que creo que todo el universo docente necesita a la hora de hablar de ciertos temas que son sensibles para algunas familias dentro de nuestras comunidades educativas. Es por eso que voy a iniciar con una pequeña anécdota y luego daré inicio a la que será una fundamentación pedagógica casi vital para quienes ejercemos la docencia.

Mi alumna X

En una de las escuelas donde trabajo, a mediados de noviembre se suspenden las clases tradicionales para dar inicio a las mesas de coloquio. Éstas son una suerte de finales donde los y las estudiantes eligen un tema de su interés personal, el más puro y genuino, y lo tratan de analizar de manera interdisciplinaria con los saberes que han adquirido a lo largo de su trayectoria escolar. Para ello, no solo cuentan con una materia de escritura académica, sino que también pueden consultar con sus docentes sobre qué bibliografía podría enriquecer ese trabajo y si han logrado establecer una relación adecuada entre lo aprendido y lo elegido.

Mi alumna X vino hace poco con un tema hermoso pero complejo: el tabú. Su pregunta central era por qué había cosas de las que no se podía hablar. Dado que hemos visto teatro clásico griego como lo determina el diseño curricular para 4to año de secundaria y, sobre todo, obras cuyas protagonistas son mujeres, ella quería hablar de eso. Después de un tiempo de ver cómo quería encararlo, le pregunté si se animaba a leer una obra más aparte de las ya vistas. Mi alumna X no sólo dijo que sí, sino que deseaba leer algo distinto. Entonces, le propuse leer Lisístrata de Aristófanes.

Para quienes no conozcan la obra yo creo que esta debe ser la primera ucronía del planeta. La comedia cuenta una historia alternativa donde la guerra de Troya casi que no se lleva a cabo y termina con un tratado de paz a causa de que las mujeres griegas deciden que no quieren pasar mucho tiempo sin ver a sus maridos y para disuadirlos de ir a la guerra hacen una huelga de sexo. De esta manera no sólo cambia el rol de lo propiamente femenino dentro de esa cultura, sino que además se impugna el concepto de areté por el cual el honor está prácticamente limitado para los hombres a ser buenos guerreros y morir en batalla.

Hasta el momento, deseo con ansias que llegue noviembre para escuchar su exposición, pero ¿cuántos se animarían a darles hoy a sus alumnos y alumnas esta obra? Obra que cuestiona el lugar de las mujeres dentro de la sociedad, el valor de las leyes y decretos, y la guerra. Es verdad que Las troyanas y Antígona de Sófocles, y Electra de Eurípides también nos ofrecen temas similares, pero ¿debemos limitarnos a dar dos o tres obras más que vistas y analizadas y con múltiples resúmenes de páginas como “El rincón del vago”? ¿No deberíamos, acaso, preguntarnos, al igual que esta alumna, por qué hay cosas de las que no se puede hablar, sobre todo, cuando hay una ley que nos ampara para transitar ciertos temas?

La ESI

La Ley 26150 de educación sexual integral (ESI) promulgada el 23 de octubre de 2006 establece que:

“Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.[1]

Es por esto último que se entiende que debe ser abordada multidisciplinariamente. Sin embargo, no especifica temas ni modos, más allá de que establece que la información debe ser confiable y su implementación responsable. Es por eso que en 2009 se emiten los “Lineamientos curriculares para la educación sexual integral”.[2]

En el caso de las prácticas del lenguaje y la literatura, los lineamientos se detienen a afirmar algo que ya está establecido dentro de la currícula en la parte vinculada al ámbito de la construcción ciudadana:

“El lenguaje es esencial en la conformación de una comunidad. La cultura lingüística contribuye a estructurar la sociedad, acompaña su historia y forma parte de su identidad. Asimismo, constituye un medio privilegiado de comunicación, ya que posibilita los intercambios y la interacción social y, a través de ellos, regula la conducta propia y ajena. A través de su dimensión representativa, el lenguaje permite al ser humano configurar mentalmente el mundo que lo rodea, los contenidos y las categorías, las relaciones y la estructuración de los mensajes orales y escritos. Por medio del lenguaje, las personas se apropian de las imágenes del mundo compartidas y de los saberes social e históricamente acumulados.

Hay una estrecha relación entre lenguaje y pensamiento, por lo tanto, podemos decir que enseñar a comprender y producir discursos sociales es enseñar a pensar y a actuar en la sociedad.”

Ahora bien, ¿de qué nos corresponde hablar a quienes estamos al frente de esta materia? En principio, se parte de algo clave dentro de nuestra disciplina que es la presentación de múltiples realidades y la posibilidad de identificación o de sentirse interpelado con los textos.

Los lineamientos en general en la secundaria básica giran en torno a las emociones, la capacidad de expresarlas libremente sin juzgar ni ser juzgado o juzgada, la discriminación y la integración, los estereotipos (entre los que se hallan los de género), la higiene personal, la salud, entre otros. Por su parte, en la secundaria orientada, no sólo se profundizan estos temas, sino que se incorporan los discursos en torno a “la primera vez”, el deseo y el placer, los discursos de la violencia (con énfasis en la que puede estar presente en los vínculos romántico-afectivos), etc.

Aunque no lo parezcan, los libros construyen pequeños microcosmos donde dejan entrever gustos, obsesiones, opiniones; deslizan detalles en pos de la verosimilitud que por más superfluos que resulten son los que, en realidad, nos están sumergiendo en esa realidad otra con la que nos identificaremos o no. Pero además, así como Daniel Link dice que la literatura es una “máquina de percibir” donde se pone en juego la subjetividad de quien escribe y de quien lee generando una reflexión sobre el mundo, la literatura es también una fábrica de cuerpos. Los personajes, rara vez son espectros o bolas de energía. Los personajes suelen ser de carne y hueso y, por lo tanto, no escapan a las reglas de la fisiología ni las normas sociales que tratan de controlarlos, como analiza Foucault en su biopolítica.

 

Para entender un poco más sobre esto voy a dejar algunos ejemplos de obras que han sido tratadas en nuestras redes.

 

“Entonces las veo. Las luces de la Avenida Juan Bautista Alberdi se reflejan sobre unas uñas cortadas con la dedicación se sólo se le concede a lo más valioso”

De Diecinueve garras y un pájaro oscuro

 

“Tras realizar el circuito tomo una ducha caliente, me lavo el cuerpo con el jabón que he traído y el pelo con champú. Intento mantener lo más limpio posible el pene, que acaba de asomar del prepucio. Me lavo con esmero las axilas, los testículos y el ano. Me peso y, desnudo ante el espejo, compruebo la dureza de mis músculos.”

De Kafka en la orilla

En ambas citas se le presta atención al cuerpo y a su higiene. En ambas se habla del esmero en el cuidado del cuerpo. No obstante, la primera cita, la que parece más inocente, habla de una mujer que juzga a un hombre solo por esas uñas. La historia entra en un delirio sobre la muerte y el deseo. En cambio, en la segunda, a pesar de la presencia de los órganos sexuales, no hay deseo ni se juzga, el personaje construido por Murakami simplemente cuenta cómo a los quince años, tras haber escapado de su casa, debe bañarse en clubes y baños públicos. Bañarse es un acto cotidiano y realizar estos actos solo suma verosimilitud a un texto que, por momentos, se escapa furtivamente de la realidad.

En este texto de Murakami, también se cita el relato de Aristófanes en El banquete de Platón. Ese que habla sobre el amor y de cómo en realidad las personas estamos divididas de una mitad que nos solía completar gracias al castigo divino de los dioses. La literatura y la filosofía suelen ir de la mano, sin embargo, la literatura tiene la magia de poder coquetear casi con cualquier discurso, desde lo esotérico en el fantástico y el maravilloso, hasta el científico en la ciencia ficción. Lo interesante es que siempre nos tira líneas para pensar y debatir.

 

Hay una escena fuerte ¿doy el libro?

¿Qué es una escena fuerte? ¿Una escena de violencia? ¿Una escena erótica? Muchas veces nos autocensuramos. Es verdad que en incontables oportunidades los equipos directivos y la inspección nos sueltan la mano si una familia se queja por el contenido de alguna obra, sin embargo, creo fervientemente que quitar un texto que ha sido escogido con esmero, en pos de interesar a los alumnos y las alumnas con temas actuales o de su interés por una escena o por un tema es vejar los derechos de los y las jóvenes y violar la ley. Yo no creo que haya temas malos, sino malas formas de tratarlos.

Sí podemos pensar estrategias para abordar los temas en casos conflictivos. Por ejemplo, podemos dejar a criterio de los y las estudiantes leer aquellas escenas que queramos evitar y abrir la puerta para que se acerquen si quieren hablar. Podemos transitarlos y hablarlos con naturalidad, dado que si hemos llegado hasta donde llegamos como profesionales, algo, aunque sea desde la experiencia, debemos saber, solamente debemos dejar claro que es nuestra experiencia y que no por ello todo el universo va a o debe tener la misma. Podemos invitar a colegas de otras áreas cuando el tema tocado es más afín a su disciplina. Promover que los y las estudiantes busquen más información sobre el tema antes o después de tocarlo. Podemos proponer lecturas alternativas que toquen temas similares y que sean estudiantes y familias quienes opten, aunque debe quedar claro que hay una responsabilidad de toda la comunidad en acercar las herramientas necesarias para que todo lo vinculado a la identidad, el género, la sexualidad, la salud física y la salud emocional no sean una causa de vergüenza, frustración, angustia o violencia, sino que sean de preocupación e interés individual y colectivo, de cuidado, de afecto y de conocimiento para poder ejercer nuestros derechos en plenitud.

El lenguaje inclusivo no es el único tema al que estamos habilitados a debatir en nuestra asignatura. La ESI puede surgir de las inquietudes de los educandos en cualquier momento y no sólo por los temas de nuestras lecturas, sino también por la dinámica propia de cada grupo. Hoy múltiples ONG, instituciones e, incluso, el mismo gobierno, promueven y acercan material sobre el tema a docentes, estudiantes y familias. Sería ideal que antes de censurarnos o de quejarnos dependiendo el lugar que nos toque habitar, tratemos primero de informarnos y, luego, ver si se cumple con lo que establece la ESI.

Agus Argiz



[1] http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/121222/norma.htm

[2] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/lineamientos_0.pdf

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