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Uzumaki: Junji Ito, continuador de H. P. Lovecraft:

 



 

Uzumaki (Espiral) de Junji Ito es un manga fantástico de terror que se publicó entre 1998 y 1999. En esta obra japonesa, pueden advertirse varias reminiscencias del maestro del horror, H. P. Lovecraft. Es este escritor norteamericano quien acuña el concepto del horror cósmico y, en su obra, es clave la idea de las fuerzas primigenias ocultas que amenazan a la humanidad con su destrucción. Uno de los tópicos para mostrar esta idea es la de la ciudad perdida, oculta en las profundidades del mar o de la tierra, cuyos restos encubren grandes misterios. Todas estas cuestiones mencionadas aparecen en Uzumaki, con lo cual, al modo de Lovecraft, Junji Ito construye un mito en extremo inquietante.

 

La narradora es una joven llamada Kirie Goshima. Ella oscila entre la aceptación y el rechazo del fenómeno sobrenatural que comienza a manifestarse en Kurouzu, lugar donde ella y su novio, Shuichi, habitan. Esta actitud de la protagonista intensifica la vacilación, que se va a mantener, en diversos momentos y a través de distintos personajes, a lo largo de todo el manga. Shuichi, por el contrario, presenta una percepción más profunda que el resto de los habitantes de la ciudad y, desde ese lugar de aquel que posee un conocimiento distinto del mundo y de sus fuerzas ocultas y desconocidas (conocimiento más intuitivo y más acertado), realiza distintos tipos de advertencias. Si bien el joven demuestra estar siempre en lo cierto, sus consejos serán desoídos por quienes, en su exceso de racionalidad, descartan la posibilidad de lo sobrenatural. Este grado de comprensión de la realidad que presenta Shuichi lo vuelve un iniciado en ciertos misterios, que está empezando a desvelar y, a su vez, y por eso mismo, un personaje que linda con la locura. ¿Cuánto logrará descubrir y qué consecuencias acarreará el conocimiento de lo prohibido?

 

Antes de avanzar, conviene aclarar qué es lo que sucede en Kurouzu: tal como Shuichi anuncia desde el comienzo, “esta ciudad está siendo contaminada por las espirales”. Esta curva geométrica funciona como una monstruosidad, es decir, como aquello que representa la ruptura del orden lógico, y causa modificaciones inexplicables, que alteran la naturaleza de objetos, personas y demás seres vivos de Kurouzu. Pero esa alteración sigue una lógica: la de la espiral. Esta es una figura asociada a la hipnosis, por lo cual, los habitantes de la ciudad van a ser absorbidos por una lógica temporal y espacial distinta de la conocida, van a perder paulatinamente el contacto con la realidad, van a ver trastornada su voluntad, de modo que se volverán monstruos o serán arrastrados hacia la locura y la pérdida de la identidad. Como la espiral afecta a toda la ciudad, se pierden las comunicaciones, se vuelve imposible salir de Kurouzu (ni por aire, ni por mar, ni por el túnel ni por la montaña) y el tiempo y el espacio se manejan con la misma lógica de la espiral. Es en el vórtice, en donde se encuentra la mayor monstruosidad de la obra: la ciudad oculta, la civilización que subyace, los restos de un mundo prehumano, las fuerzas misteriosas que rompen con todas las unidades lógicas conocidas. Allí prima un orden distinto e incomprensible para los seres humanos, un orden que se vincula con el tiempo de los orígenes (tiempo mítico).

 

Según Jean Pierre Vernant, hay tres tipos de tiempos y vitalidades: la eternidad (asociada al mundo de los dioses), el tiempo lineal (de los humanos, quienes nacen, crecen, envejecen y mueren) y el tiempo espiralado. Sobre este último aclara que “Es un tiempo del cual los filósofos dirán que es la imagen móvil de la eternidad inmutable.” (p. 77). Este se encuentra entre lo divino y lo humano. Partiendo de esta idea, podemos afirmar que la lógica espiralada es la que conecta el mundo de la humanidad con el de las divinidades. Si pensamos en Uzumaki, podemos notar que la espiral, que impone su lógica a todos los elementos de Kurouzu, está permitiendo que los habitantes de la ciudad desciendan a las profundidades de un mundo divino y primigenio, conectando, de este modo, lo humano con lo divino. Según Bernardo Argañaraz, “Las ruinas espiral son un mecanismo sagrado que en un mundo profano sigue activo y se reinicia cíclicamente.” Pero ojo, porque lo sagrado no está exento del mal.

 

Voy a detenerme a resaltar que, en Kurouzu, la “hipnosis” que genera la espiral no solo altera a los habitantes en modo individual, sino, principalmente, a todos en tanto comunidad. De hecho, el descenso se da en masa. Hacia el final del manga, los personajes parecen una suerte de zombis, no solo por la estética de los dibujos y porque un personaje muerde el tobillo de Kirie, sino también porque, cual zombis, han perdido la voluntad, la individualidad y se mueven como una masa sin demasiada conciencia. La fuerza de la espiral “zombifica” a los personajes y los hace actuar con una lógica distinta, superadora de la humana pero sin que sean conscientes de ello. Este movimiento en masa se sostendrá hasta que se haya reconstruido la ciudad tal como era en sus orígenes. Cuando las últimas nagayas se unen formando una espiral y todos los habitantes de Kurouzu se encuentran conectados (enredados) entre sí, se cierra el ciclo que se reiniciará eternamente en una continuidad de destrucción y reconstrucción. Las fuerzas primordiales se rehúsan a desaparecer en las entrañas de la tierra, porque, como ya dijimos, duermen pero no están muertas y, ante sus fuerzas desatadas, el hombre nada puede hacer.

 

Es este tópico de la ciudad sumergida, de la civilización perdida, de las ruinas que moran en las profundidades de la tierra o del mar lo que se vincula fuertemente al concepto de horror cósmico presentado por H. P. Lovecraft. En su ensayo titulado “El horror sobrenatural en la literatura”, el autor explica que, pese a que la brecha ante lo desconocido se ha ido achicando con el paso de los años, todavía es muchísimo lo que el ser humano ignora, “un pozo insondable de misterio sigue aún envolviendo al cosmos” (p.457). Frente a ese abismo incomprensible que se abre ante el hombre, este no puede más que sentir el horror. La incertidumbre se une al peligro y todo lo desconocido se vuelve una amenaza. Pero, el terror no es lo único que le sobreviene al ser humano ante el misterio, ante las fuerzas inexplicables del más allá, sino también, la fascinación. El deseo de conocer, de traspasar los límites excita y paraliza a la vez.

 

Es claro que Uzumaki  al retomar este tópico está abordando la cuestión de los tiempos y espacios inmemoriales. Lo que se muestra es que el sujeto está constituido por el tiempo y el espacio, pero ambos son insondables. La ciudad brillante y espiralada que subyace en las profundidades de Kurouzu nos remite a lo incognoscible que nos rodea y nos amenaza. Esto es lo que se socia al terror cósmico.

 

Es interesante aclarar que el concepto del mal de Lovecraft está tomado del escritor Arthur Machen. A su vez, Junji Ito sigue por la misma línea. ¿En qué consiste este modo particular de percibirlo?: en las obras de estos autores, el concepto de mal se vincula al de anomalía, por eso es lo monstruoso en sí mismo y produce horror al ser humano. Este pertenece a una realidad paralela, superior a la humana, primigenia y que es imposible de ser concebida por nuestra razón. El paisaje penetra y condiciona a los humanos. Desde la invisibilidad, el mal oculto amenaza a la humanidad y es, nada más ni nada menos, que omnipotente.

 

Siguiendo este razonamiento, podemos ver que el mal y la amenaza que este implica para la continuidad de la humanidad están ligados al tema de los orígenes. Es en ese marco que se inserta el tópico de las civilizaciones perdidas. Ante ellas, uno no puede evitar hacerse las siguientes preguntas: ¿qué clase de seres fueron capaces de crear ciudades avanzadas en tiempos previos a la historia?, ¿cómo civilizaciones tan importantes quedaron reducidas a ruinas?, ¿de qué tipo de seres descendemos?, ¿cabe hablar de divinidades?, ¿y de seres venidos de las estrellas?, ¿qué misterios ocultan?...  Frente a un surgimiento incierto de los seres humanos y del universo todo, el hombre no encuentra respuestas. Es entonces cuando surge el mito como una necesidad de explicar aquello que nos resulta incomprensible. Lo inconmensurable del universo no hace más que poner en evidencia la insignificancia del hombre, que no puede comprender el abismo que ante él se abre. Esta incomprensión y esta muestra de lo endeble de la humanidad generan un horror que paraliza.

 

Entonces, el mayor horror de Uzumaki tiene que ver con lo arriba expuesto. La espiral es una manifestación monstruosa de fuerzas incomprensibles, es el mal que emerge de un mundo que representa ese estado primigenio que no podemos comprender y cuya lógica desborda la nuestra. Es antinatural, ya que curva el tiempo y el espacio, hipnotiza, hace que los seres humanos pierdan su voluntad para responder a un plan superior del cual ni siquiera formarán parte. Ni siquiera pueden conocer la verdad, lo que subyace, sin perder la vida.

 

Cuando Kirie y Shuichi, sortean el laberinto formado por las nagayas y descienden a las profundidades, por el pozo que queda cuando las aguas del estanque libélula se retiran, se encuentran con una ciudad espiralada resplandeciente. Ellos se vuelven los iniciados que han sorteado el laberinto, han resuelto una parte mínima del misterio y han podido ver la ciudad original que yace en el seno de la tierra, brillante, oculta, quieta por siglos pero que, como los dioses de Lovecraft, puede despertar y arrastrar a todo hacia el caos y la destrucción. La monstruosidad de las profundidades, cada varios siglos, emerge y trae consigo la devastación de Kurouzu y la aniquilación de las personas. El mito que se construye, entonces, no tiene que ver solamente con explicar los orígenes de la ciudad y de la humanidad, sino también su fin. La fuerza destructora, imparable e incomprensible frena solo cuando el lugar recobra su forma original. Como el tiempo es cíclico (o espiralado), la destrucción de las viejas nagayas dará lugar a construcciones modernas hasta que, la maldición se desate nuevamente sobre el lugar y lo nuevo sea arrasado por un poder que busca recuperar su forma primitiva. Y así sucesivamente…

 

Para concluir, es interesante retomar las siguientes ideas: la aniquilación de los seres humanos se vincula con la pérdida de la individualidad y con la fusión con el otro. Todo el pueblo unido va a descender a las profundidades de la ciudad misteriosa y resplandeciente. No hay individuos, sino una masa hipnotizada que es arrastrada por la fuerza espiralada, por el mal monstruoso que se encuentra en las profundidades de Kurouzu. La contemplación de la ciudad perdida, del lugar sagrado, remanente de un mundo que no está muerto sino adormecido, genera la petrificación. El conocimiento trae aparejada la muerte. Cada vuelta a la espiral te acerca al vórtice del conocimiento (Revelación) y la destrucción.

 

Daniela Valenzuela.

 

Bibliografía consultada:

 

Argañaraz, B. “El monstruo abstracto: sobre lo la construcción de la monstruosidad en Uzumaki de Junji Ito” (s/d).

 

Houellebecq, M. (1991). H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida. Titivillus (ed. digital).

 

Ito, Junji (2019). Uzumaki. Argentina: Ivrea.

 

Lovecraft, H. P. (2020). “El horror sobrenatural en la literatura” en Prosa completa 3. El que susurraba en la oscuridad y otros relatos. Buenos Aires: Sudamericana.

 

Vernant, J. P. (1999). Érase una vez… El universo, los dioses, los hombres. Argentina: Fondo de Cultura Económica.

 

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