El año pasado, una colega de Prácticas del Lenguaje fue cuestionada por los padres de algunos alumnos de primer año, a quienes no les parecía correcto que analizara con los chicos el cuento de Edgar Allan Poe titulado “El gato negro”. Evidentemente, este hecho trascendió, ya que hace unas semanas, un alumno mío de cuarto año me preguntó (probablemente para buscar un apoyo a sus ideas que, obviamente, no encontró) si me parecía bien que se diera ese cuento en secundaria básica. Sin ninguna duda, le respondí con un sí rotundo y pasé a fundamentar mi postura.
A raíz de este hecho, me quedé pensando bastante en este tema: en cómo han cambiado las susceptibilidades en los últimos años. Yo estoy convencida de que en que el lugar donde más controlado está aquello de lo que se habla y cómo se realiza el abordaje de los contenidos es la escuela. Paradójicamente, los padres van a quejarse ahí, sin pensar en que el verdadero problema está por fuera de la Institución. Lo que pasa es que el resto de los espacios se les vuelven inabordables. ¿Cómo controlar lo que ven los chicos si viven con el celular, con datos ilimitados, en la mano?... Es evidente que es más fácil ir a protestar a la escuela.
Contada esta situación, vuelvo a mi tema: ¿por qué dar (o no dar) literatura fantástica de terror en la escuela secundaria?:
1. Es más que obvio que gran parte de las noticias o programas de ficción (o hasta de entretenimiento) son muchísimo más violentos que los contenidos que puedan abordarse en la literatura. A lo sumo, igual de violentos.
2. Las redes sociales, de las que nuestros alumnos forman parte, contienen, muchas veces, contenidos que no son para nada adecuados para la edad.
3. Es ingenuo pensar que los adolescentes no están expuestos a situaciones desagradables, ominosas, monstruosas…
4. Más ingenuo aun es pensar que los miedos se superan, ocultándolos, no hablando de ellos.
5. La literatura es reflejo de la realidad que vivimos, en la que el miedo y la violencia son partes constitutivas.
6. Leer un relato de terror no es apología de nada.
7. Lo monstruoso simboliza nuestros deseos oscuros reprimidos y nuestros miedos colectivos.
8. No se puede crear una sociedad menos violenta sin abordar el tema de la violencia, sin cuestionar conductas.
¿Cómo nos preparamos (y preparamos a otros) para enfrentar este mundo (nuestro mundo) que tantas veces nos supera, que nos paraliza, que nos genera sentimientos profundos e inquietantes?: tal como afirma Antonio José Navarro, “ha sido en el arte donde el hombre ha encontrado la mejor manera de enfrentarse a sus monstruos, internos y externos”. Es decir que: ¡por suerte tenemos la literatura!, ¡por suerte repensamos el lenguaje (constitutivo de nuestro pensamiento)!, ¡por suerte analizamos y producimos textos ficcionales o no y de diversos géneros!
El horror está ahí afuera, es innegable, pero también es parte integrante de nuestro ser. Es decir que es tanto exterior como interior. Lovecraft afirmaba que el miedo está ahí desde siempre, como una suerte de sentimiento primigenio del ser humano. En su ensayo titulado “El horror sobrenatural en la Literatura”, este escritor afirma que “Los primeros instintos y emociones del ser humano formaron su respuesta al ambiente en que se hallaba sumido.” Más adelante agrega que “…existe una verdadera fijación fisiológica de los viejos instintos en nuestro tejido nervioso…”
La literatura es una forma de representación de la realidad, aunque no sea realista, aunque construya un verosímil con su propia lógica. Yo estoy convencida de que no hay nada mejor para reflexionar sobre nuestro propio mundo y nuestra propia existencia que la literatura fantástica o de ciencia ficción y ambas, en muchas ocasiones, se vinculan con el terror. ¿Qué mejor para conocernos que abrirle las puertas a la reflexión?, ¿qué cosa puede ser más profunda que la perplejidad del hombre frente a la otredad (sea o no monstruosa), a la inmensidad, al cosmos?, ¿y qué sentimiento conlleva esto?: miedo, intriga, angustia. Pero ojo, no solo eso, sino, también, fascinación.
Creo que los padres deben empezar a confiar en que los docentes estamos capacitados para enseñar y que somos más que conscientes de los abordajes que hacemos de las obras (por más polémicas que sean). Además, hay que entender que la Literatura parte de la realidad y que esta no puede ser transformada si no se la observa (en todas sus facetas), se la analiza y se la problematiza.
Daniela Valenzuela
Bibliografía:
AAVV (2011). “La mirada del monstruo. Introducción” en La cabeza de la Gorgona y otras transformaciones terroríficas. Edición de José Antonio Navarro. Editorial: Valdemar. Colección: Gótica.
Lovecraft, H. P. (2020). “El horror sobrenatural en la literatura” en Prosa completa 3. Buenos Aires: Sudamericana.
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