Definición y características
La fábula es un género
ampliamente difundido en la antigüedad que en la actualidad se suele asociar a
relatos infantiles. Sin embargo, en su origen, gozaba de gran popularidad en
todo tipo de ámbitos.
Originalmente, la palabra “fábula”
derivaba de “fari”, el idioma, y de “fabulare”, hablar. Pero su otro
significado, mucho más restringido, aplica esta denominación a una composición
literaria que, se admite, estuvo estrechamente ligada a las supersticiones, las
tradiciones, las creencias y los mitos que fueron integrados a la vida
cotidiana de los pueblos y que expresaba actitudes fundamentales de la vida
social mediante metáforas o imágenes fácilmente reconocibles por su simpleza.
De aquí que muchas de las conclusiones que derivaban de ellas se convirtieran
con el paso del tiempo en dichos populares.
María Alicia Domínguez explica “La
tradición ha objetivado la experiencia humana; así nació la fábula, hija del
mito y la poesía”. Por su parte, Bernardo Canal Feijóo afirma que es “el género
del pueblo y constituye el instrumento típico de expresión de un sentimiento
filosófico”. Esto último permite entender cómo en su evolución la fábula ha
quedado fuertemente a la ética y, es entendible también, que por su simpleza y
pedagogía se la considerara adecuada para la formación moral de la niñez.
Estructura
Generalmente, la fábula se
constituye como una pequeña composición ejemplificadora que puede ser contada
tanto en verso como en prosa. Los personajes son sumamente estereotipados tanto
si son seres humanos como si son animales, los cuales suelen predominar y
presentar características antropomórficas, como ser el habla humana. Las
historias son breves tanto en la narración como en sus diálogos y
descripciones. Hacia el final se desprende una moraleja, es decir, una suerte
de enseñanza o reflexión acerca del comportamiento adecuado dentro de una
determinada comunidad. Por lo general, el tono con que cuenta la historia es
festivo, por lo que aquellos personajes que poseen características negativas
son más bien patéticos o jocosos, mientras que aquellos con características
positivas destacan por su ingenio, astucia y carisma.
Por su parte, toda fábula que se
precie suele presentar un conflicto en el que se juega la ética o la moral, o,
incluso, la reputación del personaje protagonista. Este a su vez actúa en
consecuencia y luego, ya sea desde el interior del relato o por fuera de él, se
evalúa su comportamiento. Finalmente, pueden o no explicitarse las conclusiones
por medio de una moraleja.
Exponentes
A lo largo de la historia la
fábula ha ido mutando. De hecho, se le reconocen cuatro etapas. La primera o
antigua es la que da origen al género iniciado en Asia y su pasaje a occidente.
Desde las religiones de oriente van transmitiéndose de manera oral las
enseñanzas de los ancestros y sabios de las antiguas religiones, muchas de
estas en forma de parábolas. No obstante, este género, si bien tenía un fin
educativo, su narrativa era mucho más simbólica y sus temas no eran del todo
explícitos, pues apelaban a una reflexión profunda y polisémica por parte de
los y las creyentes. Muchas veces, el origen de las mismas quedaba en el
anonimato y pasaba a ser parte de la doxa popular o de la doctrina sagrada.
Otras, en cambio, eran atribuidas a los grandes sabios y maestros.
Con la llegada a occidente de
este género, muchos filósofos y pensadores buscaron darle un giro más amigable
y simplificador para acercarlas al pueblo y es al día de hoy que tenemos las
clásicas fábulas de Esopo y Fedro.
La segunda etapa que se reconoce
dentro de la fábula se centra en la edad media. Con el cristianismo instalado
en Europa se yergue una inmensa preocupación por la “salud moral” de las
personas y la necesidad de transmitir la doctrina de la iglesia de forma tal
que pudiera ser entendida por todo el mundo. En este sentido, la fábula se
yergue como el género más adecuado para hacerlo. Sin embargo, el tono festivo
de la fábula hace que se vuelva un género sumamente popular y crítico. Es por
esto que muchos textos tradicionales como El
lazarillo de Tormes son reformulados en clave de fábula, así como también,
se toman los estereotipos animalizados para hacer críticas sociales a figuras
polémicas de la época sin que estas puedan darse enteramente por aludidas. Y de
esta forma se constituye la edad de oro de las fábulas.
Finalmente, en la actualidad,
tras el romanticismo, la fábula comenzó a perder vigencia y a considerarse un
género menor más propio para la infancia, ya que poco a poco el realismo
literario fue cobrando protagonismo en detrimento de los géneros más “mágicos”
o menos verosímiles. No obstante, hay quienes escriben fábulas con distintos
objetivos, más humorísticos e irónicos como Monterroso o Samaniego o más
críticos y pensando en evitar cierta censura como Orwell.
Conclusiones generales
La fábula es uno de los relatos
más tradicionales dentro de la cultura y uno de los primeros géneros a los que
tenemos acceso en el sistema educativo, es por este motivo que muchas veces
solemos menospreciar al género y perdemos de vista el carácter reflexivo de
este y su potencial creativo. Sin embargo, sería interesante repensarlo y
deconstruirlo, sobre todo, por su impacto en la primera infancia y la capacidad
de inculcar determinados valores socioculturales desde muy temprana edad que
pueden estar o no en consonancia con los los nuestros propios. Asimismo,
repensar este tipo de textos también es una forma de leernos como sociedad y como
individuos.
Bibliografía:
Anderson Imbert, E., En Los primeros cuentos del mundo,
Buenos Aires, Marymar, 1978
Propp, V., (1928), Morfología del
cuento, Akal, Madrid, 1987
Salas Salgado, F., prólogo a "Fábulas
escogidas" de Fedro, en la traducción de Tomás de Iriarte Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes, 2012
www.rae.es
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