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Nuestra biblioteca de ciencia ficción

En este pequeño listado, hallarán todas las obras de literatura de ciencia ficción que nos han gustado y que hemos compartido con ustedes a través de diversos medios. Como verán, la selección va más allá de si es un clásico consagrado o un texto sumamente innovador. Cada relato es, para nosotras, un tesoro a ser descubierto.

Dicen que no hay historia que no haya sido contada aún, que las nuevas historias son simples variantes de las ya narradas. Sin embargo, es en esas variantes podemos encontrarnos con aquellas ideas o sensaciones que nos aportan algo nuevo a nuestras vidas.

En esta oportunidad, le dejamos listados todos esos libros que nos han dado algo y que esperamos que también puedan aportarles algo a ustedes.

 

El fin de la infancia: Espectacular novela de ciencia ficción de Arthur Clarke.
La historia de la humanidad inicia un cambio necesario e irreversible.
Todo comienza un día en el cual varias naves extraterrestres se detienen en el cielo por sobre algunas de las grandes ciudades del mundo. Los seres venidos desde el espacio (en el libro llamados superseñores) llegan para cogobernar e imponer la paz y el bienestar. Sin embargo, muchos dudan de sus verdaderas intenciones. ¿Se puede sospechar una colonización encubierta aun cuando se ven los resultados positivos en la vida de los humanos?, ¿con qué fin estos seres superiores a nosotros hacen todo por ayudarnos?...

Cadáver exquisito: Con un estilo despojado y duro, se nos presenta una realidad en la que, al no poder consumir más animales ni tenerlos como mascotas (a raíz de un virus mortal que contagia a las personas), se empiezan a comerciar humanos como ganado. Frente a este hecho, el lenguaje empleado para referirse a las nuevas piezas comercializadas busca deshumanizar al producto para evitar el rechazo de los potenciales compradores y para generar una sensación de normalidad. 

El protagonista trabaja en un matadero y vive asqueado de todo. No logra naturalizar el hecho de que haya personas destinadas exclusivamente a ser la comida de otras. Él no come carne. Tanto su vida personal como laboral son bastante deprimentes. 

El estilo narrativo es tan crudo como el contenido y el final de la novela, sorpresivo, por un lado, pero totalmente acorde al resto.

Fahrenheit 451: Montag es bombero, pero en la realidad distópica de Fahrenheit 451 estos no apagan incendios, sino que los inician. ¿Con qué finalidad? Con la de quemar libros. Montag pareciera estar satisfecho con su trabajo y la vida que lleva, pero dos mujeres cambiarán su forma de percibir la realidad. Por un lado, su joven vecina Clarisse. Por otro, una anciana que se sumerge en la hoguera de libros dispuesta a morir por ellos. ¿Qué secreto se encierran? La obra de Ray Bradbury ha sido reinterpretada una y otra vez como prueba de su vigencia. Desde el clásico cinematográfico de 1966 hasta la nueva versión protagonizada por Michael B. Jordan y Michael Shannon, o la película distópica Equilibrium protagonizada por Christian Bale y Emily Watson son prueba de la importancia del arte y la literatura como motores de la sensibilidad humana y la posibilidad de un mundo mejor.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?: ¿Qué nos caracteriza como humanos?, ¿la empatía? Creemos que saltó a la vista, en estos meses de pandemia, que algunas personas son empáticas y otras parecen no serlo en absoluto... En estos tiempos, en los que mucha gente repite ideas que le imponen, sin detenerse a reflexionar, ¿qué diferencia nuestra accionar del de un androide, por ejemplo? Este gran tema es central en esta obra que fue tomada como base para la famosa película Blade Runner protagonizada por Harrison Ford. El protagonista, un cazarrecompensas dedicado a eliminar androides de la Tierra, parecía muy convencido de que esos seres a los que "retiraba" no eran más que objetos, sin embargo, su percepción irá modificándose después de conocer a dos bellas androides: Luba Luft y Rachel Rosen. No sólo eso, sino que también conocerá a personas, cuya humanidad parece haberse perdido por el camino... En un momento, hasta duda de sí mismo. Como en muchas de las novelas de ciencia ficción, se presenta un mundo devastado (posapocalíptico), que se ha vuelto prácticamente inhabitable por la radiación. Y ¿quién creen que ha causado esos daños?: sí, el humano, tan empático que hasta destruye el ambiente en el que vive.

Un mundo feliz: ¿Por qué leer esta obra? Mejor dicho, ¿qué puede tener de interesante un libro de 1932 en el 2021? Y más aún, ¿qué se puede decir sobre este libro que no se haya dicho hasta ahora? Quisiera comenzar por el título original: Breve new world. Aparentemente, esta frase tomada de “La tempestad” de Shakespeare alude a cuestiones novedosas en las que se deposita cierto optimismo. Sin embargo, esta misma expresión suele usarse con ironía para hablar de aquellas cosas nuevas que nos generan alguna duda. Y es que desde el título la obra nos provoca. ¿Estamos en presencia de una utopía o una distopía? Tecnología de punta, ausencia de enfermedades, todos conformes con su rol social y, si hay algún problema, siempre se puede tomar soma, un psicofármaco que brinda contención, desapego y alienación. En principio, es el ejemplo de la utopía. Sin embargo, a lo largo de la historia, comenzamos a darnos cuenta de que esa felicidad tiene un precio, ¿llega con eso a ser distópica? La idea de novedad sugerida en el libro es extrema. Estamos en presencia de una sociedad de ultraconsumo: el ocio sólo puede ser ocio si se consume algo ( y nos preguntamos si alguien ahora mismo no estará pensando en las cosas innecesarias que compra cuando se va de vacaciones o hace una salida casual a un centro comercial), todas las cosas que se obtienen son rápidamente reemplazadas por otras más nuevas más allá de si las que tienen aún sirven. Pero así como la vida útil de los objetos se reduce, lo mismo ocurre con los seres humanos: no puede haber personas adultas mayores, no es rentable para el estado, y además no son deseables en términos eróticos (según lo planteado en el libro), es por eso que son cremados para ser usados como abono y seguir siendo útiles incluso tras su muerte. Quien nota todo esto o, a mi criterio, lo interpreta mejor y actúa en consecuencia es Lenina. Ella es el pivote donde se encuentran todos los personajes masculinos. Y creemos, además, que valdría la pena una lectura de género en este aspecto, porque realmente se pueden ver algunas cuestiones interesantes. Esta es una obra con muchas cuestiones políticamente incorrectas para su contexto de producción y para el contexto actual, pero creemos que están ahí para que, no importa la época, nos provoquen reflexionar, pensar sobre cómo actuamos y si nuestro mundo es o puede ser “feliz”.

1984: es una gran obra escrita por George Orwell y publicada en 1949. En ella, se presenta la dictadura del Gran Hermano a quien nadie puede osar criticar. La sociedad está permanentemente vigilada y no se le permite, entre otras cosas, acceder ni a los libros ni al amor, lo cual es totalmente significativo. Es paradójico que el Ministerio del amor se ocupe de los castigos y torturas, el Ministerio de la verdad manipule todos los datos y cambie la "historia", el Ministerio de la paz se encargue de la guerra y el Ministerio de la abundancia, de la economía, la cual apunta a mantener a la gente en la pobreza. El protagonista Winston Smith es uno de los encargados de escribir y reescribir la historia para que se ajuste siempre a los intereses del único Partido de este régimen totalitario. Sin embargo, su personaje va cambiando: empieza a odiar al Gran Hermano y siente la necesidad de rebelarse. Él cree encontrar en O'Brien un amigo y en Julia, un amor, pero el final de la obra pone de manifiesto que el ser humano traiciona, se corrompe, se pervierte, se quiebra... Uno puede horrorizarse, pero ¿qué tan lejos estamos de ese mundo en el que la información es manipulada constantemente?, ¿en el que el lenguaje empobrecido limita la capacidad de pensar? Además, ¿cómo evitar hoy que nos espíen, con toda la información que brindamos al instalar apps en el celular o la que subimos a las redes, por ejemplo? Como siempre, la literatura de ciencia ficción nos invita a reflexionar sobre nuestra propia realidad. Esta obra es una joya literaria.

Battle royale: Esta es una obra que arranca con todo. Te citan un comentario medio random sacado de una serie de televisión japonesa Kinpachi-sensei, una canción de Bruce Springsteen y otra de Motoharu Sano . Este compendio inconexo, va adquiriendo ciertos matices a lo largo de la obra, en la cual todo lo que parece dicho al pasar tiene un peso enorme. Sin embargo, esto nos es avisado mediante una cita que ya nos da el tono de la obra. La cita no es ni más ni menos que de George Orwell, pero no de su famoso 1984 sino de Homenaje a Cataluña. En ella se hace alusión a una escena típica de dictadura: todo el mundo está afuera tomándose un cafecito, pero hablan en voz baja sospechando y temiendo, incluso, a quienes están en la mesa vecina. Al iniciar la obra se habla de un "fascismo eficaz": hay libertad de culto porque la fe en el gobierno es tan radical que ninguna otra ideología la supera, se pueden conseguir libros traducidos de los países vecinos porque se los considera parte de la misma nación y se odia únicamente a EEUU. La clave de dominación yace en el Experimento Belicum: adolescentes en una isla que serán obligados a sobrevivir a costa de la muerte del resto. La idea es mostrarle a la nación del régimen que incluso unos y unas jóvenes aparentemente indefensos, son capaces de traicionar a sus amigos, masacrar a sus compañeras y pelear a muerte con tal de sobrevivir. ¿Se puede entonces confiar en alguien que no sea el propio gobierno? En el capítulo 0, Shuya se cuelga en la frase "Los amigos van y vienen" el dilema de esta frase dicha al pasar es el porqué de este hecho. A medida que conocemos a quienes son los partícipes del experimento comenzamos a darnos una idea.

Guerra mundial Z: La introducción de la obra nos muestra a un yo narrador quien hace una presentación a la presidenta del Informe de la Comisión de Posguerra de Naciones Unidas sobre la guerra contra los zombies y esta se lo rechaza porque no es objetivo: contiene mucho más que cifras y estadísticas. La mujer le pide que suprima el factor humano, frente a lo cual, el narrador se pregunta: “¿no es el factor humano la única diferencia real entre nosotros y el enemigo al que ahora nos referimos como ´los muertos vivientes´?”. Decide, entonces, sacar un libro en el que compila las pequeñas historias que distintos entrevistados, en diferentes partes del mundo, le refirieron sobre la guerra. Relatos breves, de supuesta génesis oral, que cuentan, desde distintos puntos de vista, cómo se vivió el brote, la etapa de supervivencia o resistencia, el paso a la ofensiva frente al temible enemigo y, por último, el fin de la guerra. Como en toda guerra, está quien la vive en primera línea, quien solo intenta salvarse y quien trata de lucrar con la desgracia. Como buena novela de ciencia ficción, muestra los conflictos de la humanidad extrapolados no a lugares geográficos inaccesibles o imaginarios ni a otros tiempos, sino a un nuevo mundo que se destruye pare reconstruirse desde nuevas premisas. Un mundo que empieza a entender que el enemigo no es aquel de otra etnia, por ejemplo, sino el monstruo. ¿Cómo es este monstruo?: repulsivo, sin vida, sin conciencia, sin moral, puro instinto, pura hambre, pura ponzoña… Veneno que contagia y que pone en peligro la existencia de la vida humana en el planeta Tierra.

El año del desierto: La historia está contada desde la perspectiva de María, una secretaria bilingüe de ascendencia irlandesa que intenta sobrevivir a un extraño fenómeno que azota a la Argentina: “La intemperie”. Dicho fenómeno pareciera ser una ola de degradación que va consumiendo todo a su paso hasta devorarse al país. A lo largo de sus páginas se puede apreciar una de las ideas más interesantes que he escuchado hasta ahora sobre la ciencia ficción: que el vínculo de Latinoamérica, y quizá más específicamente de Argentina, con la tecnología es muy distinto a los países desarrollados; esta es una ciencia ficción del “lo atamos con alambre” donde varias cosas se hacen evidentes. Una tiene que ver con la fragilidad de los logros, lo rápido que se puede perder lo que se construye; desde una casa hasta los logros del feminismo o los movimientos de los y las trabajadores. Otra tiene que ver con la inevitabilidad de la grieta: en este libro todo se parte en dos: provincia-capital, puentistas-tuneleros, hombres-mujeres, emigrar-quedarse, civilización-barbarie. Pero todas estas divisiones son estériles. La narradora se transforma a cada instante, comprende y se adapta a cada cambio, se ríe de las dicotomías y las infantiliza, y en el dolor, crece y sobrevive. Imposible no notar las alusiones a “Casa tomada” de #Cortázar y a Orlando de Virginia Woolf. Imposible no ver en esta obra del 2015 algunas cosas de la historia argentina reciente.

La policía de la memoria: Esta obra cuenta la historia de la vida en una isla regida por un gobierno autoritario que tiene la capacidad de decretar el olvido y desaparición de determinados elementos que considera amenazadores. Si bien, como es esperable, hay gente que puede eludir el inminente olvido, la protagonista no es una de ellas. La novedad radica en torno a cuál es el rol de quienes rodean quienes quedan fuera del sistema ¿Pueden continuar siendo parte? ¿también quedan afuera? ¿o simplemente quedan en un limbo? La obra de Ogawa tienen un estilo muy marcado y personal, fácil de reconocer. La acción se centra más en la evolución de la psicología del personaje que en hechos concretos y su prosa es inquietante a la vez que estética. Por el título de la novela, la policía de la memoria suele ser vinculada a la obra de Orwell, 1984. No obstante, las reflexiones acerca del valor de la literatura, de la memoria, el rol del gobierno y una persona divergente que busca la apertura y la reflexión de quienes lo rodean, a mi criterio, acerca la historia a Fahrenheit 451 de Bradbury. Asimismo, la obra presenta un relato enmarcado que funciona como espejo de la obra principal, los hechos se presentan de manera similar pero invertidos, y ambos son igual de perturbadores.

Kentukis: Esta es una obra que propone problematizar los vínculos sociales, la soledad y el anonimato. Los kentukis son unos muñecos electrónicos al estilo furby que funcionan como mediadores entre dos personas: la que quiere "tener" un kentuki y la que quiere "ser" uno. Quien es kentuki no puede hablar, simplemente dispone de unos escasos gestos, pero a cambio puede ver prácticamente todo lo que su "amo" deje a la vista. Por el contrario, quien tiene al kentuki puede comunicar cuanto desee sin saber qué ocurre al otro lado del dispositivo. Sin embargo, esta nueva tecnología deja unos cuantos vacíos legales, genera nuevas necesidades y vínculos, y hay quienes tratan de buscar nuevas formas de conectar, y quienes buscan y encuentran nuevas formas de hacer negocios, etc. La novela va a siguiendo a distintos personajes con los que es muy difícil no empatizar. Cada uno de estos, a su manera, no sólo expone sus acciones, sino también sus miedos, inseguridades, frustraciones y esperanzas. Capítulos cortos y escenas cargadas de emociones encontradas hacen que una vez empezado el libro no se pueda dejar de leer.

Los juegos del hambre (saga) y Balada de serpientes y pájaros cantores (precuela): El tema central de la obra gira en torno al pacto social al igual que otras obras tradicionales como El Señor de las moscas o Battle royale. Los juegos del hambre no solo son una venganza taliónica en relación al sitio sufrido por el capitolio a manos del distrito 13, sino que también son el recordatorio de que la violencia es parte de nuestra naturaleza. De aquí que se retomen las ideas de Hobbes. A lo largo de la saga seguimos a Katniss Everdeen, una chica del distrito 12 que se sacrifica cambiando lugares con su hermana para enfrentarse a la muerte en lugar de ella. Pero su espíritu de sacrificio, presente, incluso, a lo largo de los juegos, la transforma en la esperanza de un cambio, en mártir y en emblema de una revolución. Paradójicamente, en la precuela, ya no seguimos a alguien que quiere un cambio, sino que seguimos a Corilanus Snow, un chico bueno y sufrido cuya aspiración es no desilusionar a su familia y recuperar algo del prestigio que ha perdido. Pero ¿cómo llega a ser el despiadado gobernante de Panem? Es la dra. Gaul quien con sus retorcidas pruebas y experimentos sádicos empuja a nuestro personaje a la desesperación y la violencia con un giro más a lo Rousseau. Si bien el final recuerda muchísimo al de 1984, la realidad es que, a diferencia de sus obras predecesoras, la novela no se pone del lado rebelde y antisistema, sino que defiende el statu quo y, hasta nos atrevemos a decir, da una idea de cómo funcionan las derechas. Snow busca cambiar todo para que nada cambie. Suzanne Collins podrá estar catalogada dentro de la literatura juvenil, sin embargo, la obra puede ser leída totalmente ajena a esta etiqueta. Asimismo, la obra es muy interesante para repensar las tres “C” del libro: control, caos y compromiso.



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