Ir al contenido principal

Canon y Vanguardia argentinos: siguiendo a Piglia

 

El canon y la vanguardia

 

En Las tres vanguardias, Ricardo Piglia[1], plantea la relación entre literatura canónica y vanguardista a partir de tres escritores, Saer[2], Puig[3] y Walsh[4]. El problema central en su libro, el cual recopila unas serie de clases, es el de establecer cuál es efectivamente la tradición literaria argentina, en qué se apoya, qué rechaza y qué tiene para aportar a la literatura universal, más aún, ¿es posible hablar de “la importancia de la literatura argentina” o de literatura argentina”? Para ello, primero hace una distinción entre los objetivos del escritor y los posibles destinatarios, y luego, entre la obra autónoma y su relación con el contexto.

Para la primera instancia, Piglia plantea que el escritor suele imaginar a su destinatario como un lector activo que se compenetra y se inmiscuye en el mundo de la ficción, cree en ella y la experimenta. Lo que no prevé el escritor es que muchas veces los lectores no ponen su total atención en la obra ya que hay múltiples estímulos que pueden captarla e interrumpir su concentración. Sin embargo, hay un tercer lector: el lector crítico. Este es el lector académicamente ideal, el que maneja una mayor cantidad de herramientas para poder desentrañar y asignar los sentidos “últimos” de las obras. Ahora bien, ¿quiénes serían los lectores óptimos? Una de las respuestas que da el autor es el escritor, y resalta lo siguiente:

 

La historia posible de la lectura de los escritores tiende a plantear la lectura en los términos de lugar desde donde el texto fue escrito con la cantidad de problemas que esa escritura supone. Es decir, considerando el modo en que ese texto pudo haber sido otro con todas las alternativas que estuvieron en juego en el momento y los problemas que el sujeto que maneja la narración ha enfrentado para resolver la construcción de esa ficción. Nabokov, que es uno de los grandes ejemplos de este modo de leer, decía en su Curso de literatura: ‘Solo me interesa aquel que es capaz de identificarse con la ciencia del novelista que ha construido la obra’. Y Flaubert, en otra carta a Louise Colet, del 27 de Enero de 1854, escribe: ‘Cada obra tiene su propia poética en sí, que es necesario encontrar’. Estas dos citas están planteando que una obra dice cómo quiere ser leída, y que para saber cuál es el lugar desde donde quiere ser leída hay que saber construir esa poética interna desde la cual el texto fue escrito. Esto significa preguntarse contra quién se luchó al escribirlo.

 

Con esto, Piglia trata de explicar que muchas veces un autor crea su propia tradición independiente de lo impuesto por las instituciones académicas. De esta forma relativiza qué es lo que debe ser considerado literatura y lo que no, puesto que para cada individuo la selección de las lecturas es personal y subjetiva, y no por ello queda menoscabada su producción. El ejemplo que otorga el crítico argentino es el de Borges. Borges es consciente de qué es lo que se piensa como literatura, pero para su forma de escribir, él acerca sus textos a las producciones de autores, como Chesterton, quienes eran ignorados por la crítica.

Ahora bien, el escritor no sólo se ve influenciado por las obras previas a él sino que está inmerso en un contexto. Es por ello que se toma un concepto del teórico alemán Walter Benjamin: “el autor como productor”. “No hay que preguntarse, dice, por el modo en que la literatura habla de las relaciones sociales o se ubica ante ellas, sino por el modo en que está en ellas”. De esta manera, Ricardo Piglia nos acerca a qué puede o debe considerarse vanguardia: “La vanguardia es una posición, un lugar en el campo minado de la literatura(…) La vanguardia sería, para nosotros, esa actitud de apertura hacia lo que es considerado no literario, ajeno a la literatura, y la voluntad de extender los límites, de romper las fronteras”. Retomando las ideas de Benjamin, la vanguardia es una respuesta formal a una situación política e histórica. Si tenemos encuentra el origen bélico del término vanguardia, cabe preguntarnos, ¿Cómo es, en qué consiste y dónde está ese espacio de lucha? La respuesta está dentro de lo que se habló en un principio: en los modos de leer.

Según los formalistas rusos, la literaturidad está en la percepción, es decir, en lo que nosotros percibimos o interpretamos como literatura según los saberes que hemos adquirido; por otro lado, otro crítico, Gombrowicz, sostiene en que eso depende del uso de las obras; esto permite concluir que la función poética del lenguaje está dada a partir de una (pre)disposición a leer las cosas como tales. La lucha de la vanguardia consiste, en pocas palabras, en romper con ciertas expectativas y construir nuevas, hacer que las obras sean vistas como Inéditos u Operas primas.

La vanguardia ha tenido dos vertientes: el arte por el arte y el arte comprometido. La primera trata de fijar una función autónoma e independiente del arte con respecto a los acontecimientos históricos y busca trascender los límites del tiempo y espacio a partir de la función estética de la obra; la segunda, busca transformar la realidad a partir del impacto de la obra en la sociedad. La vanguardia latinoamericana, parece haberse inclinado siempre por esta segunda concepción. El ejemplo que tomaremos nosotros es el de Rodolfo Walsh.

Pero antes de hablar de Rodolfo Walsh es conveniente desarrollar tras lo hablado qué se puede considerar tradición literaria argentina. Si bien desde las instituciones más elementales, como la escuela, pareciera que se hace hincapié en la gauchesca o, a lo sumo, las obras hispánicas como El quijote o los poemas de Góngora, Borges afirmaba:

Creo que nuestra tradición es toda la cultura occidental, y creo también que tenemos derecho a esa tradición, mayor que el que pueden tener los habitantes de una u otra nación occidental. (...) Creo que los argentinos, los sudamericanos en general, estamos en una situación análoga [a la de los judíos en occidente y a los irlandeses en Inglaterra]; podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas.

El supuesto cosmopolitismo de algunos escritores o de algunas vanguardias, simplemente podría traducirse en estar abiertos a todas las experiencias, a todas las ideas, a todo. No obstante, surge otro problema: ¿Cómo estar abiertos a todo? Salvo que hablemos más de ciento veinte idiomas, hay cosas que se nos escapan, es por eso que una de los temas que han tenido relevancia dentro de la literatura son los problemas de traducción, si es esta posible o no.

Ahora sí, teniendo en cuenta todo esto, nos vamos a sumergir en Walsh y particularmente en el texto “Nota al pie”. Piglia sostiene que su obra debe ser pensada en la relación entre vanguardia y política. Siguiendo a Bakunin, la respuesta formal que da al artista a la situación social implica una ruptura frontal con la sociedad, por lo que la alianza entre el artista y el revolucionario resulta casi natural. Habría que pensar si podemos considerar a Walsh un “artista” o si él se consideraba de esa manera. Lo cierto es que sus obras hoy son leídas como literatura y, de hecho, se lo considera el creador de la no-ficción puesto que sus obras son anteriores a las de Truman Capote. Ahora bien, en su momento fueron obras rupturales cuyas estrategias rebasaban lo esperado ya que suponían una serie de estrategias que quizás podrían entenderse como propias de los medios masivos de comunicación. Para entender la poética de este autor, entonces, nos ubicamos desde qué lugar escribe. Por un lado desde una tradición militante y por otro desde el periodismo.

Walsh afirmaba que las denuncias traducidas en arte se volvían inofensivas, por eso consideraba que el testimonio y el documento admitían cualquier grado de perfección. Esto se puede ver claramente en “Nota al pie” y su fragmentariedad: por un lado el epígrafe, por otro, el testimonio del jefe y, debajo, el contenido de la carta del traductor, ese documento que se impone como revelador. Ricardo Piglia afirma que la investigación es el eje que une toda su obra. El desciframiento, la búsqueda de la verdad, el trabajo con el secreto, el rigor con la reconstrucción. La yuxtaposición de los elementos es la herramienta que permitiría rearmar la verdad cual rompecabezas. ¿Quiénes buscan la verdad? En la obra de Walsh, son aquellos personajes insignificantes y marginales quienes luchan por ella, por dar con el sentido último de los hechos. Walsh da voz a estos seres oscuros que cultivan saberes menores y los convierte en sus héroes.

Dar con la verdad es algo complejo, denunciar y exponerla también. El autor juega con esos vacíos de significación y los explota. En “Nota al pie”, el traductor demuestra comprender que la ficción es más que palabras cuando dice: “Uno podía saber cómo se decía una cosa en dos idiomas, y aún de distintos modos en cada idioma, pero no sabía qué era la cosa”. Pareciera que hay algo del orden de la experiencia que a veces cuesta ser captado en palabras o se capta de forma errónea. Es por eso que una de las estrategias de Walsh es el desplazamiento: una idea se subsume a otra, o es otro o un hecho quien describe mejor lo que se quiere expresar.

Rodolfo Walsh es hoy parte de nuestro canon, es decir de nuestra tradición literaria, sin embargo, fue considerado ruputural, vanguardista en su momento, sus obras han trascendido el tiempo, han cambiado la forma de escribir, y han influenciado a muchísimos escritores contemporáneos. Walsh escribe en “Fotos”: “El arte es un ordenamiento que no está contenido previamente en sus medios”. Esta idea nos permite retomar y resumir algunos conceptos: todo puede ser leído en clave literaria y es susceptible de volverse literatura, la vanguardia destruye una traducción y construye otra, y finalmente, que el límite entre la ficción y lo que no es ficción quizás no exista, es por eso que nosotros desde el arte podemos y deberíamos transformar la realidad.

 


 1) Ricardo Emilio Piglia Renzi (Adrogué, 24 de noviembre de 1941-Buenos Aires, 6 de enero de 2017)1 fue un escritor y crítico literario argentino.

 2)(Serodino, Santa Fe, Argentina, 28 de junio de 1937 - París, Francia, 11 de junio de 2005) fue un escritor argentino, considerado uno de los más importantes de la literatura latinoamericana y de la literatura en idioma español del siglo XX

  3)(General Villegas, Argentina, 28 de diciembre de 1932-Cuernavaca, México, 22 de julio de 1990) fue un escritor argentino de relevancia mundial por sus novelas Boquitas pintadas, El beso de la mujer araña y Pubis Angelical.

 4) (Lamarque, 9 de enero de 1927 - desaparecido por la última dictadura argentina en Buenos Aires, 25 de marzo de 1977) fue un periodista, escritor y traductor argentino.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La importancia de la palabra en los mitos

No son pocas las disciplinas que se han enfrentado al mito y han querido analizarlo. La antropología, la historia y la lingüística entre otras se han propuesto innumerables veces desentrañar los misterios que se esconden dentro de estos relatos, ya que si bien en estos se observan las reminiscencias del pensamiento mágico, es imposible pensar que no encierren, también, estructuras lógicas de pensamiento. Es por esto que, en un inicio, historiadores, filósofos, antropólogos, sociólogos, lingüistas se debatían si estos respondían a la lógica o eran una prelógica.   Aunque no lo parezca, este debate ya lo habían tenido los antiguos griegos. De hecho, en su antigua lengua tenían no una sino tres palabras para significar lo mismo, a saber: palabra. La palabra tenía un lugar central en su cultura y es por eso que necesitaban varias palabras que dieran cuenta de los matices que podía tener. De forma tal que μῦθος (mitos), ἔπος (epos) y λóγος (logos) designaban a distintos aspectos de la palab

Sobre la literatura fantástica

La literatura fantástica ha sido relegada del canon literario por muchos años, se la desacreditaba como algo ligado a lo irracional, a la locura. Sin embargo, grandes teóricos se han detenido en el estudio de este género, analizando sus principales rasgos y poniendo en evidencia su importancia y profundidad. Es que la otredad que este tipo de relatos presenta es, en realidad, parte integrante de nosotros mismos. Además, ¿cuántos hechos de nuestra vida escapan a toda lógica y permanecen como imposibles de comprender o siquiera de poner en palabras? Tzvetan Todorov fue uno de los primeros en detenerse sobre este género, que era considerado menor. Por eso, su texto teórico sentó las bases para el estudio de los relatos fantásticos. Rosemary Jackson retoma la teoría de Todorov pero le hace algunas críticas. Su obra Fantasy. Literatura y subversión es una de las mejores para comprender la literatura fantástica.   Teoría de Tzvetan Todorov El teórico búlgaro contrapone lo sobrenatu

Sobre la ciencia ficción

Muchos asocian la ciencia ficción con relatos de viajes espaciales, astronautas y marcianos, que transcurren en un futuro más o menos lejano. Sin embargo, esta idea nos remite más bien a los orígenes del género. Hay que tener en consideración que el terreno de la ciencia ficción es muchísimo más amplio. Antes de comenzar a teorizar, creo conveniente aclarar que este tipo de relatos no necesariamente se ubica en el futuro y, si lo hace,  este es una mera excusa para introducir ciertas conclusiones que surgen de problemáticas actuales de nuestra sociedad. Esta idea se conoce con el nombre de “extrapolación”  (concepto que tiene que ver con trasladar, a ciertos ámbitos o tiempos, conclusiones obtenidas en otros).   Entonces, el mundo que la ciencia ficción evoca, puede estar establecido en un futuro o no, en una realidad alternativa o no, pero lo fundamental es que presenta conflictos que son propios de nuestra realidad para, así, repensarlos. En cuanto a sus rasgos específicos, podemos